El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, desde el PROCISUR reafirmamos el compromiso de trabajo por una ruralidad inclusiva, y una Ciencia y Tecnología agropecuaria y agroindustrial con perspectiva de género.
El 8 de marzo se conmemora en todo el mundo la lucha por los derechos de las mujeres de principios del Siglo XX. Para quienes somos parte de los sectores agropecuarios y agroindustriales, este día de reivindicación nos apela a plantear, analizar y visibilizar la interseccionalidad que existe entre ser mujer, vivir y trabajar en el ámbito rural. También, a revisar la construcción de políticas públicas y las estrategias de intervención sobre los sectores agropecuario y agroindustrial, a fin de asegurar la integración de la perspectiva de género desde el diseño hasta la evaluación de los proyectos.
Las mujeres rurales enfrentan desafíos específicos, que emergen y se revelan en la convergencia entre género y ruralidad. Participan activamente en una amplia gama de actividades, extendiéndose más allá de lo meramente productivo y que son fundamentales para la producción y provisión de alimentos, la economía y el desarrollo rural. El trabajo agrícola y ganadero y la gestión de los recursos naturales, para la mujer rural están atravesados también por su rol en el sostenimiento del bienestar familiar y comunitario a través de las responsabilidades de cuidado que le son asignadas más tradicionalmente y son matriz de enormes desigualdades. Esta interseccionalidad conlleva enfrentar una serie de barreras sistémicas que tienen un carácter situacional: están particularmente en la situación de lo rural. Allí, las mujeres se encuentran en una posición donde la discriminación de género se entrelaza con desafíos específicos del contexto rural, como la dificultad para acceder a servicios básicos de educación y salud, la debilidad de los sistemas de protección ante violencias, ausencia de estructuras de cuidados, esparcimiento, y mayores distancias para la construcción colectiva y la participación política. Además, enfrentan dificultades para acceder a recursos productivos como tierras, créditos y tecnologías, lo que limita su potencial de empoderamiento económico y su capacidad para contribuir al desarrollo sostenible de sus comunidades.
En esta realidad, los Institutos Nacionales de Investigación Agropecuaria (INIA) y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) desempeñan un papel crucial mediante el perfeccionamiento de los sistemas de Ciencia, Tecnología e Innovación agropecuaria. Enriquecer en ellos la diversidad y potenciar sus capacidades representan oportunidades fundamentales para guiar sus agendas institucionales con una sólida perspectiva de género. Desde el PROCISUR, trabajamos para que los proyectos que estos institutos promueven se diseñen con un enfoque inclusivo hacia el interior de las instituciones y hacia afuera, capaces de reconocer éstas particularidades y necesidades de las mujeres rurales. Esto implica no solo adaptar tecnologías y prácticas agrícolas para hacerlas accesibles a ellas, sino también generar conocimiento que contribuya a desmantelar las estructuras de desigualdad que limitan su participación plena en la vida económica, social y política. Esto contribuirá no solo a mejores sistemas de ciencia e investigación en la región, sino también a la construcción de sistemas alimentarios más sostenibles y resilientes, y a ruralidades más justas e igualitarias.
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